Si pudiera descoser el tiempo

Si yo pudiera descoser el tiempo iría a verte a la calle 33. Estarías jugando a no crecer nunca, o a ser ya mayor, en una casa con jardín trasero.

Si yo pudiera descoser el tiempo, caminaría con rumbo por calles sin destino, porque ya sabría cuál es mi meta: tú.

Si yo pudiera descoser el tiempo, teñiría de olvido las noches oscuras y la humedad de la almohada, y cosería con más colores las oportunidades perdidas, a ver si así te atreves a intentarlo.

Cambiaría el Norte a la brújula para que te llevara siempre a donde late tu corazón, que es en algún lugar entre los besos de tu madre, la espuma de las olas acariciando tu piel, y esos ojos en los que no te importa hundirte y naufragar, una y otra vez.

Dejaría que me hablaras de tus miedos, tus inseguridades, de cómo te abrazabas por las noches por miedo a unos monstruos que no se iban ni aunque encendieras la luz, de cómo te perdías en otros brazos que te llevaban a calles sin salida, de cómo aprendiste que un vaso medio vacío siempre está medio lleno, aunque no lo parezca.

Dejaría que volvieras a sonreírme, y que ya no me doliera tu sonrisa porque no estaría atrapada entre las hojas de un álbum de fotos, o entre las láminas de los recuerdos. Dejaría de lado las horas y que el tiempo nos midiese en abrazos. Seguro que ganarías tú.

Dejaría, que fueras cada excepción de las leyes que me prometí no romper, porque la definición de “nosotros” se rige por otras reglas.

Si pudiera descoser el tiempo, colgaría el teléfono de los prejuicios y te llamaría desde el barco en el que naufragamos, porque no supimos defendernos de los ataques.

Si pudiera descoser el tiempo, quien sabe, quizás aún tuviera tu teléfono.

Si pudiera descoser el tiempo…